El duelo y la importancia de transitar sus etapas
Transitar el duelo es un proceso que pocos identificamos y que nos permitimos hacer, debido a la ignorancia y el poco conocimiento de nuestras emociones, en muchas ocasiones nos da temor o nos incomoda tocar la tristeza o sentir la soledad que esta conlleva, y a su vez en nuestro sistema o entorno el solo hablar de la muerte es un tema que se evade o si se presenta es incómodo y por supuesto que intolerable por el dolor y sufrimiento que le anteceden debido a la pérdida.
El adentrarnos y conocer la importancia del duelo y cómo podemos transitarlo desde nuestro interior y sobre todo desde el ser nos permite mantenernos en el amor al otro y recordarlo desde la luz y la sombra y sobre todo desde la aceptación y la paz.
Hace poco a nivel mundial este término de duelo y el morir fueron temas relevantes para las personas, ya que debido a una pandemia en este siglo pudimos ser observadores cercanos de la muerte, de las pérdidas y el dolor de otros y muy posiblemente en nuestras familias y personas cercanas a nosotros; y siento que fue aquí donde el transitar el duelo y conocer la importancia de vivirlo y sentirlo forjan una base primordial para nuestra resiliencia como humanidad, así como también para valorar y amar día a día en plenitud a los que nos rodean.
Freud (1917) se refirió a la experiencia de duelo como “la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.”.
Para Bucay (2004), el duelo es el proceso normal de elaboración de una pérdida, tendiente a la adaptación y armonización de nuestra situación interna y externa frente a una nueva realidad.
Elisabeth Kübler Ross identifica 5 etapas durante el duelo y en su libro Sobre el Duelo y el Dolor ella Describe que son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Sin embargo, también comparte algo muy importante, estas etapas no van a aparecer de forma lineal, ya que el duelo no es lineal, puesto que no todos atravesamos por todas las etapas ni en el mismo orden prescrito.
Es por ello que es vital conocer cada etapa para conocer donde nos encontramos y de esta forma transitar de un modo que nos permita vivir y afrontar nuestras pérdidas de mejor manera.
Negación.
La negación en ocasiones es propiamente como un mecanismo de defensa que empleamos respecto a lo que en algún momento no podemos confrontar, y por ende buscamos evadir las emociones o sentimientos que el hecho o la situación nos trae al presente, es aquí donde entramos en esta fase, ya que buscamos de algún modo rechazar eso o aquello que nos es desagradable.
Cuando hemos perdido a un ser querido, nos atañe la incredulidad, y nos podemos preguntar en ese instante ¿Qué paso? ¿Cómo paso? ¿En qué momento? Y nos invaden pensamientos, cuestionamientos y emociones como la sorpresa y la tristeza de primera mano. Esta etapa más que simbólica es literal, es decir, aunque se sabe que esa persona ya no está, en nosotros se vuelve complejo el saber que volveremos a casa y esa persona ya no estará ahí, que no estará más en ese lugar habitual y conocido.
Al transitar esta etapa podemos llegar a sentir que estamos paralizados y podemos refugiarnos en la insensibilidad para protegernos del golpe tan grande que hemos recibido tras la noticia de un deceso.
Ahora bien, esta etapa al tener una sombra también tiene una luz y esa luz es que nos permite sobrevivir a la pérdida, a través de ella podemos dosificar el dolor día con día mientras estemos inmersos en el duelo y a través de ella podemos dejar entrar solo lo que somos capaces de soportar y lidiar. Desde esta negativa nosotros intentamos aceptar la realidad de esa pérdida.
La importancia de esta etapa y de transitarla, considero que es darnos un espacio para adentrarnos poco a poco en el océano de la pérdida, es como cuando nos adentramos al mar, poco a poco vamos metiendo nuestros pies y vamos sintiendo la humedad del agua y la textura de la arena para poco a poco ir sumergiéndonos y sentir lo que es valioso para nosotros y desde ahí tomarlo con amor y guardarlo en el corazón y la profundidad de nuestro ser.
Ira.
Esta etapa puede llegar a manifestarse de diversas maneras, ya sea por qué pensamos que no hicimos algo bien, o que ese ser amado no se cuidó lo suficiente, o podemos cuestionarnos ¿por qué a él o ella?, la ira llega ante la impotencia de no poder cambiar esa pérdida. Podemos molestarnos por no haber pasado el suficiente tiempo, por lo que dijimos o no dijimos, esta etapa tiene muchas caras, y el transitarla no es sencillo desde mi punto de vista, sin embargo, en ella podemos encontrar la fortaleza para afrontar la situación que nos rebasa.
Esta etapa es indispensable para sanar y curar ese sufrimiento y dolor, la ira nos prepara para poder tocar los sentimientos más profundos de nuestro ser y nos prepara para afrontarlos a través de esta fase.
Esta etapa podrás llegarla a sentir en diferentes momentos y en diversas ocasiones durante el duelo, es decir viene, se va y regresa; esta tomará diversas caras, donde nos cuestionaremos o pensaremos que nuestro dios nos ha abandonado y podemos enojaros tanto que podemos alejarnos de él, sin embargo, esto es válido en el duelo, forma parte de ese inmenso sentir, así que está bien sentirlo y vivirlo. Y también está bien expresarlo, porque forma parte de lo que te constituye y esto permite ir poco a poco reconciliándonos con nuestro enojo para afrontar nuestra pérdida. Y digo nuestra por qué yo también lo he vivido y lo he transitado. En ocasiones la ira que llegamos a sentir es en proporción a todo el amor que le teníamos a ese ser amado.
En conclusión, sentir Ira está bien, y permite tocarla y sentirla en la medida que tú creas necesario para sanarte y transformar tu ser.
En la próxima edición te invito a transitar a través de la negociación, depresión y aceptación.